Informativo agrourbano. Ministerio del Poder Popular de Agricultura Urbana y comunidades organizadas de la República Bolivariana de Venezuela

domingo, 28 de mayo de 2017

EPATÚ Konuco: de la rima al cultivo


Karen Sofía Rodríguez


En la zona metropolitana de Maracay, estado Aragua, hace vida un colectivo de chamos bien fajados, que llevan por nombre Núcleo Endógeno Epatu – Konuko. Como ellos mismos lo explican, es un movimiento social cuya misión es llegar a los espacios a “descolonizar” y en consecuencia a liberarlos a través de la siembra. Desde la Espiral de Kreación Urbana Familiar (EKUF) andan en eso de repensarse la vida desde la ciudad, desde el 7 de mayo del 2012. Han dado con la formula, posicionados en una zona (Montaña Fresca) de algo más de una hectárea, donde además hay una cancha, un campito de béisbol. Cerca hay una escuela y un liceo que les da la posibilidad de hacer el trabajo de hormiga, y además les ha valido el reconocimiento de la comunidad.

Estos compañeros que vienen de hacer hip-hop revolucionario (formaron parte del concepto EPATU, Escuela Popular para las Artes y Tradiciones Urbanas) decidieron que la cosa no era sólo por ahí, necesitaban sensibilizar a la gente desde lo local a través de la siembra, dando sostenibilidad en el tiempo a las propuestas y han construido con base en esa idea, la de trascender el papel de consumidor al de konuquero urbano.
La experiencia Jonathan (Amus), Alexander (Maure), Joe, Alex y Jonai son la nueva generación, los que han construido y sembrado gran parte de lo que existe en el núcleo endógeno. Tienen ayuda de Patricio y Oscar, los viejos, quienes son parte fundamental de la cosecha y de la idea. En el núcleo se cosechan tapiramas, ocumo, lechosa, quinchoncho, albahaca, flor de Jamaica, auyama, para jóvenes de todas partes del país. Han realizado en el núcleo dos ediciones del Encuentro “Tierra, hombres y mujeres libres”, donde participaron alrededor de 300 personas; realizan talleres de conservación de semillas, muñecas de trapo, etnobotánico, de artesanías, elaboración de semilleros y composteros entre diversas actividades que nutren el proyecto. Infinidades de conversatorios, asambleas y debates le dan legitimidad al uso del terreno liberado. Desde el núcleo logran vincular la “chamba” con el trabajo político y a través del consejo comunal han logrado visitas de los chamos de la Escuela Bolivariana Antonio Guzmán Blanco que se ubica frente al núcleo.
Ahora se tiene previsto, dentro de las metas a cumplir, consolidar 5 ramas ecológicas dentro del núcleo: producir abono para la venta y uso del espacio, montar un vivero comunal, sembrar y así lograr cubrir plátano, cambur, entre otros rubros. Han recuperado una casa que permite guardar las herramientas de trabajo y albergar a uno que otro konuquero que se acerca a aportar y vivir la experiencia, que se ha convertido en un punto de referencia cada pedazo de terreno cultivable, la venta de parte de la siembra a la comunidad y el procesamiento de comida y medicina preventiva. Actualmente tienen sembradas 500 plantas de yuca, 100 de ocumo chino, 30 de quinchoncho bejuco; 60 plantas de topocho, 10 de plátano, 70 arbustos de quinchoncho en floración y 300 plantas de maní. Además cuentan con producción de semillas, unas 150 especies entre frutales, comestibles y medicinales.
El corazón de la comunidad es el konuco, el intercambio de saberes, de semillas y plántulas, ese es el ejemplo de esta experiencia que se va nutriendo a nivel nacional, que demuestra las posibilidades de producir a pequeña escala y que para sembrar solo necesitas de voluntad, disciplina y amor.

Donde la “urbe” logre comunicar esa necesidad de vincularse con las formas ancestrales de producción, la gente, los muchachos y niños son los primeros en demostrar que sí es posible abrir caminos a formas alternativas que no se queden en coyunturas y que se conviertan en algo permanente, que se haga cultural, del día a día.

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